El silencio es parte indispensable de la música, así como el vacío es parte indispensable de la arquitectura.


El espacio en el que hoy emerge el Museo de la Tertulia, siempre se ha caracterizado por tener una condición de encuentro plural y abierto. La arquitectura que hoy encontramos, parte desde la interpretación de las tres estéticas de su plano base. El origen de todo se remonta a la existencia del charco del burro un lugar donde los caleños visitaban para compartir en familia, y para disfrutar del encuentro con el agua y la tierra.
La primera habitación surge del deseo de constituir un espacio conformado que propicie el encuentro y el intercambio cultural.
La segunda habitación arranca desde la revitalización del terreno por parte de la comunidad, un lugar que yacía en la memoria colectiva es transformado por la cultura para la creación de un espacio. La intervención arquitectónica toma como fundamento el primer contacto que tenemos con la tierra, efecto y obra de esos 9,8 N/Kg que han definido siempre nuestro contacto con el plano base.